Las escenas del 8 de enero resultaban conocidas. Había personas vestidas con los colores de su país. Llevaban banderas. Traspasaron barreras policiales. Rompieron ventanas. Ingresaron de manera ilegal a edificios del gobierno. A muchos, esto les recordó lo que pasó en Estados Unidos el 6 de enero de 2021. Sin embargo, no estaba pasando en Estados Unidos. Estaba pasando en Brasil.
En noviembre, en Brasil, hubo elecciones. Luiz Inácio Lula da Silva, conocido como Lula, le ganó al presidente Jair Bolsonaro en las elecciones a presidente. Bolsonaro no aceptó los resultados de las elecciones. Dijo que Lula había hecho trampa. Bolsonaro no tenía evidencia. Los tribunales de Brasil decidieron que Lula había ganado limpiamente. Bolsonaro viajó a Miami, Florida.
Los que apoyaban a Bolsonaro siguieron protestando. El 8 de enero, llegaron 100 autobuses con manifestantes a Brasilia, la capital de Brasil. Los manifestantes se metieron por la fuerza en el edificio de la Corte Suprema, el palacio presidencial y el Congreso Nacional. La protesta se había convertido en disturbios [una alteración violenta de la paz de parte de una gran multitud]. Era domingo, por lo que no había muchas personas en los edificios. Lula estaba en la ciudad brasilera de San Pablo en ese momento.
La multitud cometió actos de vandalismo [causó destrozos a propósito] en los edificios. Allí, había solo 365 militares. Llegaron casi 3,000 más. Sacaron a los manifestantes del capitolio. Arrestaron a cerca de 400 de ellos. Jair Bolsonaro condenó [habló en contra de] los disturbios. Lula prometió castigar a los responsables. Llevará mucho tiempo restaurar el orden en Brasil.
Y tú, ¿qué piensas? Últimamente, a las personas les cuesta aceptar los resultados de las elecciones, sobre todo cuando pierden los de su lado. ¿Qué se puede hacer para ayudarlas a confiar en los resultados de las elecciones?
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